Hoy conmemoramos los 200 años
de la muerte del General Don Manuel Belgrano, pero no solo eso, el 3 de junio
se cumplieron 250 años de su nacimiento.
Por tal motivo el poder
ejecutivo nacional a través del decreto 2/2020 publicado en el boletín oficial
el 3 de enero, determino al 2020 como el “AÑO DEL GENERAL BELGRANO”, destacando
su actuación pública en el proceso que condujo a la independencia de nuestro
país en el marco de la lucha por la emancipación sudamericana.
¿Pero quién fue Belgrano?
Su nombre completo era Manuel
Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y era hijo de María Josefa González
Casero proveniente de una familia criolla afianzada en la Provincia de Santiago
del Estero y Doménico Belgrano Peri un próspero comerciante de origen italiano.
Estudió en el Colegio Real de
San Carlos (actual Colegio Nacional de Buenos Aires) y derecho en las
universidades de Salamanca y Valladolid.
Durante su estadía en Europa
alcanzó un prestigio que le permitió obtener de papa Pio VI una autorización
para leer toda clase de literatura prohibida, alguna de la cual había sido
considerada herética. De esa manera tuvo acceso a los libros de Montesquieu,
Rousseau, Filangieri, Jovellanos y Rodríguez de Campomanes entre otros, que
fueron forjando sus ideas futuras.
Belgrano se encontraba en
territorio europeo en tiempos de la Revolución Francesa lo que despertó en él
un interés profundo y lo alentó a desempeñar su futura vida política hacia las
necesidades fundamentales del pueblo: soberanía política, económica y posesión
de la tierra explotada a partir del trabajo.
Al regresar a su patria
comenzó a tener un lugar destacado dentro de la vida pública local. En 1794,
época del virreinato, fue nombrado secretario del Consulado de Comercio de
Buenos Aires lugar desde donde fomentó la agricultura, la industria, el
comercio e impulsó la educación.
También participó activamente
de la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807.
En abril de 1810 renunció al
consulado y comenzó a participar de lleno en la insurrección que se convirtió
en la Revolución de Mayo del mismo año. Fue nombrado vocal de la Primera Junta
de Gobierno y paralelamente desempeñó una activa participación militar siéndole
encomendadas expediciones al Paraguay y la Banda Oriental, así como la segunda
campaña al Alto Perú donde logró los destacados triunfos en las batallas de
Tucumán y Salta y participó de las gestas más heroicas de nuestra lucha por la
independencia, el éxodo jujeño.
Pero hay un hecho particular
que todos recordamos y es la creación de nuestra bandera, izada por primera vez
en Rosario el 27 de febrero de 1812 y adoptada oficialmente pocos días después
del 9 de julio de 1816 por el Congreso de Tucumán.
Hasta aquí los datos formales,
pero sería conveniente reflexionar sobre su legado, viendo a la historia como
una herramienta para construir nuestro presente y proyectar nuestro futuro.
Por eso no podemos dejar de
ver al hombre que con su probada honradez y austeridad sacrificó sus propios
intereses en pos de las necesidades de su patria, convirtiéndose en un
trabajador desinteresado e infatigable al servicio del progreso de su país y la
educación de sus habitantes. Convirtiéndose en un ejemplo a seguir por las
generaciones que lo sucedieron.
Por último, destacar que la
bandera que nos legó es parte de un sueño compartido, símbolo de un destino
común que más allá de ideas y pensamientos disimiles se convirtió en un lugar
donde todos nos reconocemos. En estos tiempos que nos toca enfrentar como país
y comunidad educativa en particular, abracemos los colores celeste y blanco que
nos permitan salir fortalecidos de este difícil momento histórico y nos
convirtamos en dignos herederos de las enseñanzas de Don Manuel Belgrano.
Profesor: Walter
Tortoriello.-
MIRÁ EL VIDEO ELABORADO POR EL ÁREA DE CIENCIAS SOCIALES
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